lunes, 22 de julio de 2013

Mi meta

Mi meta estaba a 1.000 km. Un poco lejos, en efecto. Así que partí de donde estaba, definí el rumbo y empecé a andar.

Ocurrió que cuando estaba justo en la mitad, cuando llevaba ya recorridos 500 kilómetros, me desanimé. Me sentía cansado y no veía el final.

Así que decidí regresar al punto de partida, volviendo sobre mis pasos y recorriendo de vuelta los 500 kilómetros andados en la ida.

Cuando llegué al origen de mi viaje me sentí cansado, triste y desanimado, porque todo el esfuerzo hecho y el tiempo dedicado no había servido de
nada.

Me paré por un momento a pensar, cosa que no había hecho cuando decidí volver... ¡y me di cuenta de que era un completo imbécil!

Porque había andado 1.000 kilómetros y estaba donde al principio, mientras que si los hubiera andado hasta el final me habrían llevado hasta objetivo.

Alex Rovira Celma
La Brújula Interior

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